LECCION DE OPTIMISMO
Ya veis que no soy un pesimista ni un desencantado, ni un vencido, ni un amargado por derrota ninguna, a mi no me ha derrotado nadie; y aunque así hubiera sido, la derrota solo habría conseguido hacerme mas fuerte, mas optimista, mas idealista; porque los únicos derrotados en este mundo son los que no creen en nada, los que no conciben un ideal, los que no ven mas camino que el de su casa o de su negocio, y se desesperan y reniegan de si mismos, de su patria y de su dios, si lo tienen, cada vez que le sale mal algún calculo financiero o político de la matemática de su egoísmo. ¡Trabajo va a tener el enemigo para desalojarme a mi del campo de batalla! El territorio de mi estrategia es infinito, y puedo fatigar desconcertar, desarmar y aniquilar al adversario, obligándolo a recorrer distancias inmensurables, a combatir sin comer, ni beber, ni tomar aliento, la vida entera, y cuando se acabe la tierra, a cabalgar por los aires sobre corceles alados, si quiere perseguirme por campos de la imaginación y del ensueño. Y después, el enemigo no puede renovar su gente por la fuerza o por el interés, que no resisten mucho tiempo; y entonces, o se queda solo, o se pasa al amor, y es mi conquista, y se rinde con armas y bagajes a mi ejercito invisible e invencible.
Joaquín v. González
del discurso "La Universidad y El Alma Argentina". Pronunciado en la fiesta del Teatro Argentino de la Plata el 18 Setiembre de 1918.